Aunque los medios de comunicación le dejaron de dar tanta importancia al conflicto que vive Afganistán, quizás porque las tropas estadounidenses se marcharon ya, no significa que el conflicto no exista, y mucho menos que el pueblo afgano no esté sufriendo.

Esta crisis humanitaria sigue más viva que nunca, y hay un sector de la población de la cual poco se habla: los niños. Se ha preguntado ¿Cómo vive un niño en un país tan violento?

El jefe de Operaciones y Emergencias de Unicef en Afganistán tacha la situación de “tragedia”: las víctimas infantiles durante el primer semestre de 2021 ya constituyen la cifra más alta de menores de edad muertos y mutilados desde que existen los registros

Durante las últimas semanas he visitado Kandahar, Herat y ahora Kabul. Eso me ha permitido ver de primera mano el impacto directo de los combates en los niños y las niñas, desde los que han resultado heridos hasta los que padecen desnutrición grave. Es realmente difícil describir lo que siento al encontrarme con estos pequeños, algunos de los cuales ni siquiera han cumplido 10 meses de vida.

Durante esas visitas, he tenido la oportunidad de conocer a muchas madres que en las últimas semanas han traído a sus bebés a nuestros centros de salud en el campamento de desplazados de Haji, en Kandahar. O a Mohibullah, de 11 años, que tuvo que huir de su hogar en esta ciudad por la violencia cuando estaba en cuarto curso y todavía no ha podido regresar a la escuela. A Gul Ahmad, de 30 años, que ha tenido que abandonar su lugar de origen en Lashkargah con sus dos hijos y ahora no sabe si podrá volver a casa. O a Rafiullah, de 10 años, que dormía una noche cuando un trozo de proyectil entró en su casa e incendió la cama en la que descansaba. Sufre terribles quemaduras.

La mayoría de estas personas han dejado lo poco que tenían en casas que han quedado destruidas por los combates. Muchos han perdido seres queridos. Ahora, en los campamentos para desplazados, deben adaptarse a un nuevo entorno y a nuevas circunstancias, como hacer cola para conseguir agua o despertarse sin saber qué comerán ese día. El caso de las niñas es más delicado, porque algunas de ellas han escuchado hablar a sus madres y tías sobre cómo eran las cosas antes y ahora se preguntan qué pasará con ellas.


Asesinato de niños y violación de derechos humanos

Cada día que pasa, el conflicto activo en Afganistán se cobra un precio más alto en la vida de sus mujeres y sus niños. Las cifras hablan por sí mismas: desde que comenzó este año, han sido asesinados más de 550 menores de edad y 1.400 han resultado heridos. Es una tragedia: las víctimas infantiles durante el primer semestre de este año ya constituyen la cifra más alta de muertos y mutilados desde que existen los registros de la ONU.

Rahima,  su madre y su hermana menor abandonaron su ciudad natal, Lashkargah, debido al conflicto y ahora están en el campo de desplazados internos de Kandahar Haji. Rahima, su madre y su hermana menor abandonaron su ciudad natal, Lashkargah, debido al conflicto y ahora están en el campo de desplazados internos de Kandahar

La mitad de la población, más de 18 millones de personas, entre ellas casi 10 millones de niños, necesita ayuda humanitaria. Para llegar a ellos necesitamos tener la garantía de un acceso seguro.

Mientras escribo esto, no puedo dejar de pensar en las previsiones que hacemos desde Unicef: si no actuamos inmediatamente, este mismo año un millón de menores de cinco años afganos llegarán a estar gravemente desnutridos. El país sufre hoy una sequía que afecta a casi el 85% del territorio y las cosechas estimadas para este año son extremadamente pobres.

La mitad de la población, más de 18 millones de personas, entre ellas casi 10 millones de niños y niñas, necesita ayuda humanitaria. También estamos muy preocupados por el incremento de las violaciones graves de los derechos de la infancia, por ejemplo, mediante el reclutamiento por parte de grupos armados. Por eso urgimos a los talibanes y al resto de actores en el conflicto a que cumplan con las obligaciones que establece el Derecho Internacional Humanitario, protegiendo la vida y los derechos de todos.

Necesitamos acceso inmediato, seguro y sin trabas a las zonas más difícil de alcanzar para llevar la ayuda humanitaria que tanto se necesita a la población afgana, especialmente a aquellas personas que están pagando el precio más alto: las mujeres y los niños.

En estos días, nos preguntan con frecuencia si vamos a seguir aquí a pesar de esta situación crítica. La respuesta es SÍ. No tenemos intención de marcharnos. Llevamos 65 años trabajando en este país, estamos presentes en todas sus regiones. Tenemos 11 oficinas y un abanico de aliados que nos ayudan a llevar los suministros esenciales a quienes más lo necesitan. Si los combates se intensifican hasta el punto de poner en peligro a nuestros equipos, es posible que, temporalmente, sean reubicados, pero eso no les impedirá brindar apoyo vital a través de su red de socios.

Con medio millón de desplazados internos y más de 18 millones de personas que necesitan ayuda humanitaria, la mitad de los cuales son niños, las necesidades son enormes y queremos que las mujeres y sus pequeños sepan que aquí estamos para ayudarles.

Mustapha Ben Messaoud es jefe de Operaciones y Emergencias de Unicef en Afganistán.

Fuente: EL PAÍS

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