La creación de la Capilla fue un ejemplo perfecto de que la unión por un objetivo común puede hacer grandes cosas. La participación de los socios con su aporte estratégico y económico,  así como el respaldo invaluable de don Eugenio en procura de este objetivo, le proporcionaron una mayor identidad a la comunidad.

 

La historia de la Capilla, se remonta a 1996, gracias a la iniciativa del padre Eladio Rojas, quien propuso tener un centro de oración, alrededor del cual los vecinos de la comunidad pudieran manifestar su fe.

 

Para hacer realidad dicho proyecto, se constituyó una Junta Directiva que se organizó de distintas maneras para recaudar fondos, y desde su inicio contó con el respaldo del Hotel y Club.

 

Tan es así que según narra doña Graciela Sáenz, en aquel momento presidenta de la Junta Directiva de la Capilla, recurrieron a don Eugenio para encontrar un terreno donde construir.

 

“Desde que llegamos don Eugenio no dudó en ayudarnos. Él consultó con su socio de ese entonces, don Guillermo Carranza, y para nuestra sorpresa nos donaron un lote”.

 

“Pero eso no fue todo, cuando el Comité ya contaba con los 16 millones que al inicio teníamos presupuestado costaría la obra, nos dimos cuenta que nos faltaría otro gran tanto. Por lo tanto, acudimos nuevamente en busca de ayuda con don Eugenio y gracias a esa gestión, nos donaron un lote en la urbanización Lapas, el cual fue vendido casi de inmediato y pudimos así iniciar la construcción de la Capilla”.

 

Muchos socios estuvieron involucrados en este gran proyecto, los cuales con paciencia franciscana y una gran ilusión, dejaron alma, vida y corazón para verla concluida.

 

La Capilla fue inaugurada el 14 de septiembre del 2002. Ese día la Misa la presidió monseñor Hugo Barrantes quien en aquella ocasión dijo: “Agradezco a todos los presentes y en especial a los miembros de la Asociación por el gran esfuerzo realizado para hacer realidad este sueño en un Club de playa que sobresale por ser de carácter familiar y ambiente naturalista”

 

Ese mismo día, don Eugenio le entregó a Monseñor Barrantes un documento que lo acreditó como “Socio Honorario del Club”.

 

“No puedo decir que la capilla le haya traído beneficios al Club, sino más bien bendiciones.

Los beneficios se pueden medir económicamente, pero las bendiciones son espirituales y no tienen precio”, expresó Miguel Fernández.

Monseñor Hugo Barrantes en la Misa de inauguración del Club
En la misma capilla la comunidad de Punta Leona le dio su último adiós. (foto Armando Jorba)