El Océano Pacífico se salía del mapa. No había donde ponerlo. Era tan grande, desordenado y azul que no cabía en ninguna parte. Por eso lo dejaron frente a mi ventana.         Pablo Neruda

Allá por los años setenta, un pequeño grupo de amigos, entre los que figura Eugenio Gordienko Orlich, salió a pasear en lancha por el Golfo de Nicoya ,hasta que desembarcaron en una hermosa playa que los cautivó para siempre: Playa Mantas.

En 1974 el paisaje y la naturaleza del lugar enamoró al joven y emprendedor arquitecto Eugenio, quien tuvo la capacidad de soñar y el atrevimiento de emprender algo más que un negocio…algo que sería para muchos una gran familia. 

EL VISIONARIO

“Hay personas que sueñan con hacer cosas grandes, y otras que se esfuerzan y las hacen”

La personalidad tenaz y terca de don Eugenio, le permitieron en aquel momento levantar un proyecto adelantado para su época. En su mente se dibujó un Club único en su estilo, un proyecto original que incluía además algunas atracciones como Juegos Electrónicos, club de tenis, establos, lagunas, saunas y todo tipo de facilidades.

Alvaro Sequeira, gerente financiero del Hotel y Club conoció a don Eugenio desde hace más de 40 años, y tuvo la oportunidad de hacer su carrera profesional desde su inicio al lado de don Eugenio.  “Fue un hombre visionario 100%, si tenía una idea no descansaba hasta conseguirla. Y por supuesto no puedo dejar de lado lo altruista, lo generoso, siempre pensando en el bienestar de quienes trabajamos a su lado”.

También don Miguel Fernández, gerente del Hotel y Club, prácticamente hizo su carrera profesional al lado de don Eugenio, a quien entre muchas otras cosas, le reconoce su gran visión y responsabilidad social.

“Don Eugenio fue un emprendedor desde antes que se hablara de emprendedurismo. Una de las cosas que aprendí de él es que lo perfecto es enemigo de lo bueno, pues el estuvo dispuesto a hacer la cosas, incluso bajo la crítica de la opinión pública”.

Aunque para esos años en el país no se hablaba mucho del tema de la sostenibilidad, el proyecto del Club fue concebido bajo el concepto de respeto al medio ambiente. Don Eugenio sabía que la conservación era parte del negocio, pero un negocio no tanto económico, sino de justicia, de legado, de permitir a los hijos y nietos de los socios fundadores, a los futuros huéspedes, llenarse de vitalidad en un paraíso natural inigualable.

“En su visión de negocio mi papá tenía muy claro que antes de que estuviera de moda la sostenibilidad había que cuidar el entorno. Es decir, sino sembrás un árbol no vas a tener sombra, o sino cuidas a las personas de la comunidad no vas a tener gente que te ayude a sacar adelante el proyecto”, comentó su hijo Boris Gordienko, quien funge desde hace más de 3 años como presidente del Hotel y Club, pero que siempre ha estado vinculado al proyecto.

Sara Jiménez, gerente de mercadeo del Hotel y Club, tuvo la oportunidad de conocer a don Eugenio antes de Punta Leona. “Una de las principales razones por la cual este lugar es tan particular, es por la naturaleza. Ahí es donde vemos la visión de este gran hombre, como quiso preservar y crear espacios únicos. Hoteles y Clubes hay muchos, pero pocos que te permitan disfrutar de tanta diversidad”.

“No se trató de construir por construir y estar en un edifico de x número de pisos, sino que usted se pueda sentir relajado”.

EL LIDER

El gran líder no es necesariamente el que hace grandes cosas. Es el que hace que la gente haga grandes cosas.-Ronald Reagan.

Como hombre de familia, don Eugenio siempre apoyó toda iniciativa que permitiera a los  socios vivir en el Club momentos y experiencias únicos con sus seres queridos y amistades, algo que ha caracterizado a Punta Leona desde sus inicios y hoy se mantiene como uno de sus pilares.

Las áreas de camping en los comienzos del Club, así como el grupo de casas rodantes, construyeron la gran familia Punta Leona y convirtieron este sitio en su segunda casa.   

Don Gilberth Sánchez, amigo de don Eugenio y uno de los socios fundadores del Club, recuerda a don Eugenio como un hombre capaz de ser un gran amigo. “Don Eugenio tenía un liderazgo muy positivo. Él siempre escuchó y nos dejó hacer las cosas, estuvo siempre cerca de nosotros, él se dejaba ver, no había que buscarlo. Creo que sin saberlo nosotros le estábamos ayudando a darle forma a lo que hoy es Punta Leona”.

Fiel a sus creencias, su educación y sus costumbres, don Eugenio siempre intentó ejercer un liderazgo positivo que daba cabida a la iniciativa de los demás. La consolidación de los proyectos que iban dando forma al Club se fueron gestando desde lugares como “el árbol de la sabiduría” hasta espacios más formales como la Junta Directiva.

Luis Moya también es uno de los amigos y socios más antiguos del Club, recuerda a don Eugenio como una persona accesible y que nunca quiso sacar provecho de su cuota de poder. “Sabiendo que Eugenio era el dueño de la mayoría de las acciones y durante más de 17 años que estuve ayudándole desde la Junta, nunca nunca lo oí decir -vamos a hacer esto porque yo soy el que tengo la mayoría-, sino que más bien ponía las ideas en común, se discutían y se tomaban acuerdos.

EL SER HUMANO  

El conocimiento te dará poder, pero el carácter te dará respeto.-Bruce Lee.

Quienes tuvieron la oportunidad de conocer muy de cerca a don Eugenio, saben que fue un hombre de una sola palabra, firme, íntegro, un hombre que siempre comunicó seguridad y confianza. 

Ese mismo carácter le hizo ganarse no sólo el respeto y la admiración de quienes le conocieron, sino también el cariño y su lealtad, pues supieron descubrir detrás de un rostro serio, a un gran ser humano. Porque como dicen el refrán “el libro no se puede juzgar por su portada”.

Precisamente fue ese mismo carácter, el que permitió transformar Punta Leona en el mejor Club familiar de playa del país. El avance no fue sencillo, pero se nutrió de su fuerza, tenacidad y además del espíritu familiar de sus fundadores.

“El siempre fue muy amplio y abierto, hasta cariñoso con el socio, pero por supuesto que tenía su carácter, era nada más cuestión de conocerlo. Detrás de su seriedad había mucha bondad, mucho sentimiento, mucha caridad”, explicó Gilberth Sanchez.

Una de las personas de mayor confianza y gran amigo para don Eugenio fue nuestro querido colaborador Julio Jara, por muchísimos años encargado de mantener las áreas verdes en Punta Leona. Como dice, don Julio se “hizo” a la par de don Eugenio.

“Cualquiera que veía a don Eugenio decía que tenía un carácter fuerte, y es cierto, lo tenía, pero lejos de una cara seria, tenía un carácter lindo, muy dado a ayudar a las comunidades. Él fue un hombre con un corazón muy grande”.

 

EL AMIGO

Aprendí que el mejor triunfo que puedo tener, es tener el derecho de llamar a alguien «Amigo». Walt Disney

“Varios amaneceres de primero de enero mientras estaba en mi casa de repente llegaba don Eugenio y se presentaba en mi puerta, y comenzábamos de nuevo la conversada. Mi esposa y yo nos sentíamos honrados de que él se acordara que éramos sus amigos”, dijo Luis Moya.

“Lo que más aprecio es que cuando tuve que recibir su respaldo siempre lo tuve, eso lo atesoro en mi corazón, porque hubo momentos donde su respuesta fue sumamente importante en mi vida. Siempre actué muy confiado porque sabía que tenía su respaldo”, mencionó don Miguel Fernández.

“Había un famoso árbol que le llamaban -el árbol de la sabiduría-. Porque ahí en la sombra nos reuníamos todos a contar, a rajar, a “fachentear”, a tomarnos algo para solucionar todos los problemas del mundo”, recordó Gilberth Sánchez.

 

EL PADRE

Cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado para siempre.” Gabriel García Marquez

En medio del trabajo y las múltiples ocupaciones que implicaba ser un empresario turístico, un arquitecto prominente y lleno de proyectos, un político, un hombre inquieto y universal, también había tiempo para ser un papá.

“Imagínese aquel gran Ceibo que teníamos en el Club, yo me sentía así con mi padre, protegido bajo su gran sombra, con la oportunidad de subir a sus ramas como cuando me le subía al sillón a la hora de leer. Siempre lo miré así, hacia arriba, lo esperaba siempre con muchas ganas”, dijo Boris.

Nunca fue fácil combinar tantas obligaciones con el deber de ser un buen padre, una vocación que ha llevado con orgullo y que le dio los mejores frutos de su vida. Su manera de ser y su trayectoria dejaron sin lugar a dudas un legado en la Costa Rica actual, pero más allá, dejó huella en su familia.

“No había un momento en que no lo volviera a ver y me hiciera ese gesto como de cerrarme un ojo, me sonreía y eso…eso me daba mucha fortaleza. Me daba siempre un sentimiento de pertenencia, de gusto”, concluyó Boris.  

 

Punta Leona es su reflejo

Punta Leona es un proyecto de vida que refleja fielmente los principios y valores de su fundador, don Eugenio Gordienko. Un proyecto fuerte desde sus cimientos, pionero en su estilo, diverso, familiar, seguro y sostenible.

Su huella la notamos nosotros también cada vez que caminamos en medio de Punta Leona, el proyecto de su vida, y por el cual miles de personas han podido disfrutar la intimidad de la naturaleza y a muchos más tener una vida digna.  

“Todo lo que vemos es él. Si vemos un León Marino, si usted va a los jardines de Selvamar usted también lo ve a él reflejado. Esta es una visión que él tuvo y la desarrolló con todo su corazón. Definitivamente la inmensidad que usted se encuentra en Punta Leona es la inmensidad que tuvo don Eugenio como profesional, como persona, como ser humano”, dijo Sara Jiménez.

“Tenemos colaboradores de más de 30 años que saben que su pueblo surgió de la mano de Punta Leona, que sus hijos tuvieron una mejor educación gracias a Punta Leona. Este proyecto de muchas maneras empujó a la comunidad a graduarse en mejores oportunidades”, dijo Boris Gordienko.

“El factor humano y la preocupación porque todos estén bien es una característica impresa por don Eugenio, siempre estuvo pendiente del bienestar general de todos los colaboradores”, agregó.  

“Punta Leona conquistó a don Eugenio, pero don Eugenio conquistó a Punta Leona, él se enamoró de este pedazo de tierra, para bien de toda la humanidad, para bien de todos nosotros”, concluyó don Gilbert

“A un gran corazón ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa”.

León Tolstói.