Comenzamos ya la segunda etapa para colocar arrecifes artificiales en Playa Blanca, siendo pioneros en la iniciativa de la regeneración marina de la costa pacífica de nuestro país. Con este proyecto pretendemos mantener la diversidad de especies, evitar la erosión y crear un corredor de protección.

La segunda etapa de construcción de arrecifes tipo campana, es posible gracias al apoyo de la Organización Ambiental Mareblu, quien a través de su programa de trabajo  y voluntariado, involucra a jóvenes nacionales e internacionales para construir  dichas estructuras.

En diciembre del 2020 se  colocaron 15 estructuras tipo campana, las cuales ya han sido ocupadas por muchas especies marina, la idea es colocar otras 15 en el mes de agosto, y 15 más en diciembre 2021.

“Nuestro objetivo es que comenzando por Playa Blanca, el proyecto de “reforestación marina” abarque en algunos años todo el golfo de Nicoya,  crear un corredor biológico marino que permita el paso de las especies entre los arrecifes naturales y zonas rocosas que ya existen en la zona. No queremos que esta iniciativa se quede sólo aquí, queremos replicarla donde sea posible”, indicó César Vargas, director del proyecto.

Esta iniciativa se convierte en un paso hacia la regeneración de la vida marina, porque crea refugios, incrementa la disponibilidad del sustrato para la fijación de algas, pequeños moluscos y crustáceos, que sirven de alimento a muchas especies marinas y permite mantener sano el ecosistema.

Además en una etapa paralela, pretendemos colocar cultivos de coral en sistemas especiales para que puedan crecer y reproducirse.

Sumideros de carbono azul  

Es indispensable proteger nuestros océanos y trabajar en la regeneración de sus distintos hábitats, pues aunque los manglares, arrecifes de coral, marismas y praderas submarinas constituyen únicamente el 1% de los fondos marinos, contienen entre el 50 y el 70% del carbono almacenado en los océanos. Al igual que los bosques, los ecosistemas marinos capturan los gases de efecto invernadero de la atmósfera, en ocasiones durante milenios. Es por ello por lo que se les conoce como “sumideros de carbono azul”.

En perspectiva, un área determinada de bosque de manglares puede almacenar hasta 10 veces más carbono que la misma área de un bosque terrestre. De ahí la importancia de voltear nuestra mirada hacia los océanos.

Nuestro país es 10 veces más grande en su territorio marino que en el terrestre y se ha caracterizado internacionalmente por su imagen de impulsar un turismo sostenible y protección del medioambiente.

En su área terrestre e insular Costa Rica protege un total de 13.030,55 kilómetros cuadrados, para un 25,5 % del total de su territorio, y su meta es llegar al 30 %. Pero en las áreas marinas, el país protege 15.501,92 kilómetros cuadrados, un 2,7 % de su extensión, lejos del 10 % que era el compromiso internacional al 2020.

Educación ambiental y turismo

Pero además, este proyecto, no sólo protege y mantiene la biodiversidad, sino que también sirve como punta de lanza para crear educación ambiental, e impulsar un turismo sostenible, ya que los visitantes pueden realizar actividades recreativas en la zona como snorkel o buceo, y al mismo tiempo aprender cómo funciona el ecosistema, lo frágil que es el área marina y cómo las malas prácticas que se hacen en la ciudad tienen una repercusión en las costas.

Patrocinio

El proyecto ha sido posible gracias al patrocinio de empresas y personas interesadas en la conservación de la vida marina, quienes gracias a su apoyo, han permitido financiar la construcción y colocación de los arrecifes, cuyo costo unitario total, desde su etapa constructiva hasta su colocación en la superficie marina es de aproximadamente $1.000.

A las empresas o personas que patrocinan alguno de estos arrecifes, se les otorga una placa que se coloca en la estructura, con el objetivo de que en el momento que nos visite pueda bucear y visitarlo,  y así poder observar su evolución y beneficio a la restauración de la vida marina.