LA EVOLUCIÓN DE LA HIGIENE

por Dr. Darner Mora

El origen de la higiene en el mundo empezó en los diferentes tipos de animales, por ejemplo, todas las aves o pájaros se asean o se bañan con el propósito de eliminar parásitos y lógicamente sentirse mejor. En el caso de los seres humanos, una de las civilizaciones más antiguas y florecientes, la Creta minoica, nos legó en 1700 a.C una bañera, ubicada en el palacio de Cnosos, con adecuado suministro de agua. En el mundo antiguo, el interés por el baño tenía relación con la medicina y la magia. Se recomendaba el baño tanto para curar enfermedades del cuerpo, como del alma, desde las depresiones a la necesidad de purificar el alma y reponer simbólicamente la pérdida de la pereza. Se implementó, como norma de higiene general, lavarse las manos antes de las comidas, y del baño en las mujeres tras el periodo menstrual. Luego, los sumerios quienes comenzaban a preocuparse por el olor corporal utilizaban ciertas sustancias aromáticas para combatirlo. Los egipcios iniciaron la eliminación de los pelos de las axilas, como moda para mostrar su cuerpo con vanidad. También los egipcios descubrieron del desodorante, el cual fue transmitido a los griegos y los romanos. Estos últimos, llegaron muy lejos, en el uso del baño, en la antigüedad, en donde el naturalista e historiador Plinio curaba su asma en la bañera. Muchas familias tenían baños en sus casas y además frecuentaban las aguas termales (termas), donde podían recibir masajes de manos expertas, con aceite y ungüentos con perfumes exóticos traídos a Roma desde los confines del Imperio. Además, las toallas romanas eran muy semejantes como los de hoy.

Con la caída del Imperio romano toda esta cultura de baño se perdió en gran parte hasta cambiar en la Edad Media. En tanto, en general hasta el siglo XIX, la gente se lavaba y lo hacía en seco, evitando el uso de agua, debido a la creencia muy extendida de que el baño con agua habría los poros, lo cual permitía el transporte de enfermedades a la piel y nada mejor que unos bien obstruidos como medio para evitarlo. Entre estas enfermedades estaba la peste negra y la sífilis. En el siglo XIX y con los avances de la microbiología surge el movimiento higienista enriqueciendo a la higiene como concepto. En este mismo periodo la fiebre puerperal a mediados del siglo tenía un desenlace frecuente fatal, provocando la muerte de un 10-35% de los parturientas. Fue así, como en este contexto el Dr. Ignaz Semmelweis de origen húngaro, realizó la observación que la enfermedad era trasladada por las manos de los médicos al auscultar a las madres, en el hospital de Viena, Austria, en el año 1847. Ante esta observación, Semmelweis propuso el lavado cuidadoso de las manos con solución de hipoclorito de calcio (cloro) de los médicos, cada vez que auscultaban la vagina de las madres, disminuyendo así al 1% la fiebre puerperal. Lamentablemente sus recomendaciones solo fueron aceptadas después de su muerte, cuando Luis Pasteur confirmó la teoría de los gérmenes como causante de las infecciones y siguiendo las investigaciones de Pasteur implementó el uso de los métodos de asepsia y antisepsia en cirugía.

Luego, en 1958 Ian Taylor demostró el ciclo ano-mano-boca, como el causante de la transmisión de enfermedades infecciosas entéricas, para lo cual el instrumento para cortar el ciclo es el lavado adecuado de las manos, después de defecar y antes de la preparación de alimentos. Hoy en día, en donde en el año 2020, están llenos de pánico por la expansión del nuevo coronavirus, Covid 19, la mejor herramienta para evitar el contagio es el lavado de manos con agua de calidad potable ( clorada) y jabón, por lo que es necesario que la apliquemos como un hábito diario, cada vez que sea necesario, el cual puede salvar muchas vidas.